viernes, 10 de septiembre de 2010

Un gran capitán




Ignacio José Carrera Pinto (nace en  Santiago, Chile, 5 de febrero de 1848 - † fallece en Concepción, Perú, 9 de julio de 1882). Militar chileno, Capitán de la 4ª Compañía del "Batallón Chacabuco" 6º de Línea, muerto al mando de sus hombres en el Combate de Concepción.

Proveniente de un aristocrático ambiente, fue hijo de José Miguel Carrera Fontecilla y de Emilia Pinto Benavente, nieto de Don José Miguel Carrera por vía paterna, sobrino-nieto del ex Presidente Francisco Antonio Pinto y sobrino del ex presidente Aníbal Pinto Garmendia por vía materna.

Su infancia se desarrolla en Peñaflor, en un ambiente libre y campestre. Con el tiempo se dedicó al arreo de ganado entre la zona central chilena y Mendoza en la República Argentina, donde se estableció por un periodo de 10 años.

En 1871, ya de vuelta en Santiago, se dedica a cumplir labores en la Intendencia de Santiago, trabajo que hizo con gran inteligencia, pero acostumbrado a otro estilo de vida, vuelve a Peñaflor a dedicarse a labores agrícolas.

Tuvo serios problemas de alcoholismo, hasta el año que estalló la Guerra del Pacífico, y junto con enrolarse en las filas como sargento del Batallón Esmeralda 7º de Línea, deja para siempre el vicio del licor.

En 1880 es ascendido a subteniente del mismo cuerpo; en 1881 a teniente, siendo trasladado al batallón Chacabuco 6º de Línea y en 1882 a capitán de la 4º compañía del mismo batallón, rango que nunca pudo lucir ya que muere en Concepción antes de recibir la noticia.
  
Combate en la batalla de Tacna, siendo herido en medio del combate. Recuperado de sus heridas toma parte en la batalla de Chorrillos, en el sector del Morro Solar, donde por su serenidad y arrojo fue catalogado con mención especial por su comandante.
   
Tomada la capital peruana por el ejército chileno, se le concede permiso para volver a Chile en el invierno de 1881, donde se reúne con su familia por última vez.
    
De vuelta en Lima, marcha con su batallón a la sierra peruana, siendo destinado a guarnecer junto a sus hombres el poblado de Concepción, donde cae víctima de su arrojo, serenidad, amor por su patria y cumplimiento del deber, al anochecer del día 9 de julio de 1882.

Más sobre el Combate de Concepción


Durante la Campaña de La Sierra, el coronel peruano Andrés Avelino Cáceres encomendó un ataque a la aldea de Concepción ya que conocía que había llegado una avanzada reducida del grueso del ejército chileno. Esa avanzada era la 4ª compañía del regimiento Chacabuco al mando de Carrera compuesta por 77 hombres con escasa munición, unos cien tiros por hombre, y tres mujeres que seguían a sus esposos, una de las cuales estaba embarazada.

El día domingo 9 de julio las fuerzas de Cáceres, al mando del coronel Juan Gastó que poseía aproximadamente 300 soldados regulares y unos 800 a 1,300 campesinos armados con lanzas, al mando de Ambrosio Salazar, descendieron al pueblo.

Carrera Pinto cerró las entradas a la plaza con parapetos y se defendió en ella, aunque caída la tarde tuvo que replegarse al cuartel. La esperanza de Carrera era que el grueso del ejército llegara a Concepción antes de 24 horas, sin embargo la marcha se había retrasado por que el mismo día 9 de julio de 1882, Cáceres atacaba la división chilena Santiago en las ciudades de Marcavalle y Pucará. El combate prosiguió por la noche hasta el día siguiente.

El Capitán Ignacio Carrera Pinto murió luchando al amanecer del día lunes 10 de julio. Su puesto lo ocupó el subteniente Julio Montt Salamanca.

Los guerrilleros peruanos lograron incendiar el techo de paja del cuartel al mismo tiempo que lograban abrir sus murallas, por las cuales penetraban. El coronel Estanislao del Canto Arteaga, según lo contado por testigos extranjeros, describe así el final de la batalla:
”Como a las nueve de la mañana del día 10, no quedaban sino el teniente Cruz y cuatro soldados que defendían la entrada al recinto del ya quemado cuartel. Se noto a esa que ya habían agotado todas sus municiones, porque no hacían ningún disparo, y entonces algunas voces peruanas, le gritaban : ¡Subteniente Cruz, ríndase hijito, no tiene para que morir! . A los cual el les contestaba: ¡Los chilenos no se rinden jamás! y volviéndose a su tropa les preguntaba: ¿No es verdad muchachos? Los soldados respondieron afirmativamente y entonces el oficial mando a calar bayoneta y se fueron furiosos contra las masas indígenas. Fatigados, tuvieron que rendir su vida, quedando algunos clavados en las lanzas de los salvajes. Al subteniente cruz se le aplico un tiro por la espalda. Refirióme el español que cuando no podían hacerse rendirse al subteniente Cruz, hicieron llegar al cuartel a una jovencita, a quien el oficial saludaba siempre con cariño, para que fuera a rogarle que se rindiera y el oficial la rechazó indignado. Los dos últimos soldados que escaparon después de la muerte de Cruz se refugiaron en el atrio de una iglesia y allí se noto que hablaban. Luego se abrocharon el uniforme, se pusieron el barboquejo y se lanzaron sobe la turba para morir rifle en mano".
Descripción del coronel Estanislao del Canto Arteaga

Las fuentes chilenas indican que el subteniente Cruz Martínez, mediante el grito "¡Los chilenos no se rinden..!", junto a sus soldados sobrevivientes cargaron a la bayoneta y fueron muertos al salir por las fuerzas de Salazar.
Concluida la operación de los forados por varias partes y viendo los enemigos que el peligro era inminente, izaron un pañuelo blanco, símbolo de paz; creyendo los nuestros que ya se redirían, avanzaron sin hacer fuego, hasta medio patio, donde fueron recibidos con una lluvia de balas, no sin causarnos numerosas bajas...En el acto se abalanzaron 50 hombres al recinto de los enemigos, como una jauría de tigres, y ultimaron á éstos después de una resistencia verdaderamente horrible. El capitán Carrera Pinto, subteniente Cruz y 9 soldados sacados de trinchera, fueron fusilados en la plaza; los subtenientes Pérez Canto y Montt sucumbieron en el fragor de la lucha dentro de aquella...Ha sido encontrada muerta entre los montones de cadáveres una criatura recién nacida y otra fue salvada viva por don Dámaso Peña; una de las mujeres había dado a luz días antes del combate dos criaturas gemelas

Parte Oficial del Combate de Concepción de Ambrosio Salazar y Márquez. Concepción, 10 de Julio de 1882